Puede que te parezca que tus hijos son los más sedientos del mundo, pero la realidad es que casi todos los niños piden su vaso de agua por la noche. Y lo hacen cuando están metidos en la cama. Lo curioso es que en muchos casos son niños que no han pedido un vaso de agua en todo el día. A muchos de ellos hay que perseguirles o recordarles varias veces que beban un poco de agua porque no dan muestras de sed a lo largo del día ¿Por qué, nos piden entonces un vaso de agua, justo cuando ya dábamos la jornada por terminada?
Uno podría pensar que lo hacen porque llegan a la cama muertos de sed..Si les preguntas a ellos te dirán que es por eso…Pero no suele ser la explicación. La mayoría de niños beben abundante agua y leche durante la cena y no suelen dar más que un sorbito al vaso de la noche.
Algunos padres piensan que lo hacen para manejarlos como marionetas, para manipularlos y conseguir que hagan lo que ellos quieran, pero la realidad es que el cerebro del niño no es capaz de realizar actos tan intencionados y complejos. Así que tampoco es la explicación.
Podría ser que pensemos que el niño lo hace simplemente para agotar nuestra paciencia, pero realmente los niños pequeños no desean mal para sus padres, aunque a veces ese último vaso de agua provoque desesperación en algún papá o mamá que pensaba que había acabado con su jornada.
Podría ser porque quieren que estés un ratito más con ellos. Es una buena explicación y posiblemente este motivo también influya, pero la verdad es que la entrega del agua suele ser tan breve que no parece ofrecer tanta compañía como al niño le gustaría.
Así pues, la verdadera razón parece ser que cuando te piden un vaso de agua te están pidiendo algo más. Te están pidiendo que les hagas saber que si te necesitan durante la noche podrán llamarte y acudirás a atenderles. Los niños pequeños dependen de sus padres…y más en la oscuridad. Por eso necesitan comprobar antes de acostarse que eres un papá o mamá en quien pueden confiar. Cuando te pidan ese último vaso de agua…no desesperes. Acuérdate que no están poniendo a prueba tu paciencia sino tu capacidad para responder a su llamada. De esa manera los dos os sentiréis mejor.
Por Álvaro Bilbao – Autor de “El cerebro del niño explicado a los padres“
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