PRIMEROS AUXILIOS PSICOLOGICOS
Los primeros auxilios psicológicos se utilizan para acompañar y ayudar a los niños a enfrentarse a una situación difícil y extraordinaria de brusca aparición, que les genere miedo o indefensión y suponga un cambio importante en su rutina.
Ejemplos de incidentes que pueden afectar la vida de un niño y/o un adolescente son:
  • La comunicación de divorcio de los padres, sobre todo si es contencioso
  • Ingresar de forma imprevista en un hospital
  • Presenciar y/o vivir un accidente grave o muy grave
  • Recibir el diagnóstico de una enfermedad grave  
  • Presenciar y/o vivir la pérdida del hogar por un incendio o por catástrofe natural
  • El diagnóstico de una enfermedad grave o terminal de los padres  o de hermanos
  • La muerte inesperada y repentina de un familiar cercano  
  • La muerte de un amigo o compañero de escuela 
El objetivo principal de las medidas a tomar es reducir el impacto del incidente sobre la vida y la evolución del niño afectado.
La posibilidad de que un niño sufra secuelas tras un incidente crítico depende básicamente del nivel de estrés que se produce inmediatamente después del incidente, la información de la que dispone el niño sobre lo ocurrido, y la rapidez en la normalización y la recuperación de la sensación de control por parte del niño.
¿QUE HACER?
Contener
No te separes del niño o la niña. Dejarle un tiempo para el llanto o el grito controlado, es decir, sin que se desborde. 
Intenta asegurar la comodidad y el descanso del niño, poniendo atención especial en la comida, la hidratación y las oportunidades para jugar. Abrázalo frecuentemente, cógelo de la mano y deja que se quede en el regazo del adulto.

Calmar
Ayuda al niño a relajarse. Trata de conseguir que se sienta comprendido, amado y apoyado.  A veces, es muy útil distraer al niño con elementos de su mundo imaginario. Si el niño es más mayor, trata de hablarle en voz baja, suavemente. Procura ofrecerle motivos y razones para que se tranquilice. Trata de buscar alguna situación previa, en la que el niño también tuvo miedo, y hazle ver que pudo controlar su miedo.

Informar
Intenta explicarle al niño en un lenguaje adaptado a su edad cuál es la situación. Incluso si el niño no le entiende, le tranquilizarán tus palabras. Usa frases cortas y céntrese, sobre todo, en tratar de que pueda entender dónde está, que no está sólo y cuál es lo siguiente que va a ocurrir. No le ocultes información al niño: aunque no pueda entender todo lo que ocurre, notará que tus palabras y tus emociones no coinciden. Dile a menudo que le entiendes y que sabes que está triste y tiene miedo, pero que pronto se sentirá mejor.  
Si el niño es más mayor, trata de responder todas sus preguntas: es importante mantener al niño informado sobre cualquier problema que le afecta directamente. Si el incidente crítico tiene que ver con la muerte de alguien cercano, aborda el tema de forma directa, sin dar rodeos, explicando su carácter permanente y la tristeza que causa a los familiares.

Normalizar 
Establece una rutina para ir a dormir adaptada a la situación (contar un cuento, dar beso de buenas noches, etc.). No le obligues a comer si no tiene hambre. Intenta realizar las comidas en un entorno lo más relajado posible y sin presión. Establece límites razonables para las rabietas (redireccionando con mucha ternura).
Si el niño es mayor, ayuda al niño a explicar cómo se siente, poniendo nombre a sus emociones (muchas veces los sentimientos son compartidos con los adultos). Dile que está muy bien expresar los sentimientos. Durante un tiempo (de 3 a 4 semanas) tolera sus comportamientos regresivos o agresivos.

Consolar
Procura realizar actividades positivas con el niño para ayudarle a pensar en otras cosas. Trata de escuchar al niño cuando le hable. Permite que el niño tenga control sobre cosas pequeñas para aumentar su sensación de seguridad. Ayúdelo a expresar sus sentimientos jugando o dibujando.
Procura mantener al máximo las rutinas familiares. En la medida de lo posible, permítele hacer tareas productivas y apropiadas a su edad. Usa palabras que denoten sentimientos comunes, para que el niño no se sienta extraño. No le obligues a hablar si no quiere, pero hazle saber que puede hacerlo en cualquier momento. Permite que el niño participe en rituales de duelo culturales y religiosos.

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Es importante recordar que cada niño es diferente, no siempre sabe lo que pasa, desconoce la relevancia de lo que está pasando, se muestra asustado y a veces no sabemos cómo tranquilizarlo y se crea una situación estresante para las familias. Por ello, no dudes en preguntar y en solicitar ayuda siempre que lo necesites para poder gestionar la situación de la mejor manera posible.


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