La regurgitación

La regurgitación es una de las situaciones más comunes en la alimentación durante el primer año de vida del bebé.
Durante los seis primeros meses de vida, muchos bebés expulsan de manera involuntaria pequeñas cantidades de leche durante su ingestión o poco después de las comidas. A este rechazo se denomina regurgitación.
Lo más común es que se deba a la inmadurez del sistema digestivo del bebé, unido a los movimientos bruscos y la posición acostada durante la toma. 
En la mayoría de los casos, los bebés devuelven porque el esfinter del extremo superior del estómago no se cierra muy bien aún. El paso del tiempo, que lleva asociado el consumo de alimentos sólidos, mayor verticalidad y un cierre del esfinter más eficiente, acaba con estos episodios.
Mientras, pueden tomarse algunas medidas de prevención, como procurar que el niño trague poco aire con una buena técnica de lactancia, alimentación pausada y sin prisas, ayudarle a que lo expulse tras ponerle en vertical para que eructe o no tumbarle en la cuna de inmediato después de comer. 

Tratamiento dietético para evitar la regurgitación

Las medidas posturales para evitar la regurgitación pueden completarse con la aplicación de pautas dietéticas, como el uso de agentes espesantes de la leche. Fórmulas diseñadas de forma específica ayudan a resolver este problema, sobre todo las preparadas con harina de semilla de algarrobo.
Otras medidas dietéticas para evitar la regurgitación pasan por dar menos cantidad de alimento por toma y con más frecuencia, ya que si el estómago tiene llena toda su capacidad, hay más posibilidades de que el bebé regurgite. Es preferible, además, esperar al menos dos horas y media entre toma y toma, que es el tiempo que necesita el estómago para vaciarse. También ayuda usar tetinas más duras y con agujeros más pequeños para que el paso de la leche sea más lento.

Cuando acudir al médico
·         Cuando las regurgitaciones son excesivas
·         Insuficiente aumento de peso en un tiempo prudencial
·         bebés que siempre están inquietos, lloran constantemente, duermen mal.
·         Tos, bronquitis y asma de forma repetida. Crisis de sofocamiento. 

Diferencias entre regurgitación y vómito

En ocasiones, puede llegar a confundirse un episodio de regurgitación con vómitos. Sin embargo, son dos cosas distintas. En la regurgitación, el volumen es escaso, mientras que en el vómito es más abundante. La primera se asocia con episodios repetidos, no es una tanda única como en el vómito, y tampoco provoca náuseas ni molestias. En el caso de las regurgitaciones, no es necesario tratar si el crecimiento del bebé es normal, porque es un proceso fisiológico que puede ocurrir en bebés sanos varias veces al día. En el caso de los vómitos, en cambio, estos pueden ser síntoma de otras enfermedades que, en su mayoría, se superan después de tratarlas.
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