Mi niño no me come
Comer bien o mal es un concepto relativo a un patrón de
conducta dictado por la familia o la sociedad y no por el niño. Como ejemplo, un
ligero sobrepeso en la infancia es percibido como signo de buena salud y
satisface a la familia, y lo contrario provoca preocupación en los
padres.
La comida tiene
fundamentalmente aspectos nutricionales pero no hay que olvidar los aspectos
placenteros y sociales. Es preciso cuidar y educar al niño respetando sus
necesidades reales.
En niños sanos, la cantidad diaria promedio de alimentos
ingeridas es muy variable y aunque en general a una edad determinada comen más
los niños grandes que los pequeños, este hecho no es constante.
Sea cual sea el caso, un niño pasa por periodos de comer
más o comer menos, y esto puede ser
debido a causas naturales (clima, viajes, dentición…) o a que está malito. Por
lo general, los niños (incluso los bebés) tienen la capacidad de determinar
correctamente sus necesidades alimentarias.
El que un niño coma poco, puede ser una mala interpretación
de las necesidades alimentarlas de un niño.
Cuando la pérdida de apetito es de breve evolución y el
motivo evidente, solo hay que tranquilizar a los padres sobre de la escasa
importancia del problema; es el caso de la mayoría de las enfermedades agudas
de la infancia.
En caso de que sea un rechazo de larga duración y esté
afectando el desarrollo del niño, deberemos acudir al Pediatra para su estudio.
Es conveniente hacer expresar a los padres sus expectativas
y temores sobre lo que debe comer un niño y reconducirlos hacia modelos
adecuados, ya que es frecuente que niños considerados malos comedores en los
primeros años, se hagan obesos entre los 4 y los 6 años.
No olvidar que hay niños que son cansinos para comer, a veces hasta la adolescencia, donde o se dejan abandonar por las necesidades de su cuerpo y comen como es debido o se enzarzan en experimentos que los tendrán entretenidos para toda la vida, de poco éxito en general. Estos son los menos frecuentes en porcentaje, por eso el ejemplo que damos los padres es muy importante.
No olvidar que hay niños que son cansinos para comer, a veces hasta la adolescencia, donde o se dejan abandonar por las necesidades de su cuerpo y comen como es debido o se enzarzan en experimentos que los tendrán entretenidos para toda la vida, de poco éxito en general. Estos son los menos frecuentes en porcentaje, por eso el ejemplo que damos los padres es muy importante.
Variaciones según la edad del niño:
1. Recién nacido:
El R.N. que come poco puede ser signo de una enfermedad latente por lo
que hay que valorar cada caso minuciosamente.
2. Lactantes:
Los bebés con escaso crecimiento por razón de su constitución física,
pueden comer pequeñas cantidades y estar sanos.
Hay niños que rechazan la introducción de alimentos nuevos o el cambio de
consistencia de los mismos
Puede ser consecuencia de un mal establecimiento del vínculo madre-hijo que
el niño expresa con un rechazo a los cuidados, lo que incluye la alimentación.
Algunos bebés se sienten frustrados cuando se suprime la Lactancia
materna que viven como un abandono.
3. Niños de 18 meses a 3- 4 años:
A esta edad existe una disminución fisiológica del apetito que en muchas
familias es interpretada como preocupante y que es debida a la redistribución
de la grasa corporal y a la brusca disminución de la velocidad de crecimiento.
En este grupo de edad es frecuente encontrar niños que toman una gran
proporción de la ingesta calórica diaria en forma de leche y derivados y/o
comen entre horas; su dieta puede ser normocalórica e incluso hipercalórica
pero con escasa variedad lo que puede llevar a deficiencias nutricionales
larvadas.
Algunos niños comen muy lentamente y se comportan de forma caprichosa
durante las comidas porque por una parte, los niños tienden instintivamente a
jugar y por otra, aprenden que de ese modo mantienen por más tiempo la atención
de una madre.
La entrada en guardería o colegio suele coincidir con una serie de infecciones
banales pero frecuentes, que a menudo se acompañan de un menor apetito durante
las mismas, que los niños sanos recuperan rápidamente, pero que se puede
perpetuar si se les obliga a comer. Esta es una edad crucial en la adquisición
de buenos hábitos
4. Edad escolar
La falta prolongada del apetito suele ser debida a una constitución
corporal menuda .
Con frecuencia el problema es
secundario a malos hábitos adquiridos en la primera infancia y al manejo
equivocado de la situación por parte de
los padres. Con frecuencia la hora de la comida es una lucha de poder que se
resuelve mal, con amenazas, ruegos, castigos, llantos y una intensa frustración
por ambas partes.
5. Pubertad:
A
medida que nos aproximamos a la pubertad, sobre todo en niños que han sido
previamente buenos comedores debemos pensar en trastorno de la conducta
alimentaria tipo anorexia nerviosa, que encontramos cada vez a edades menores.
Es conveniente saber si la apariencia física y el objetivo de conseguir una
figura muy delgada está entre las prioridades de la niña.
Hay que evitar medicalizar un problema que en la mayoría de
las ocasiones es meramente de conducta.
Errores en los métodos de alimentación
Método de distracción: distraer con la televisión, un hermano que baila, un
sonajero que se agita, la imitación de sonidos de animales o la lectura de un
cuento para que el niño coma.
El nivel más elevado de este método puede ser andar tras el niño (perseguirlo) por la casa dándole la comida.
Método de la persuasión: persuadir al niño para que coma porque los alimentos
le reportarán beneficios (que el niño no entiende)o porque así se cumplirá
algún deseo (vendrá el padre, los Reyes Magos se alegrarán...) que a veces son difíciles
de comprobar.
Método del chantaje: Si el niño come, se le permiten determinadas cosas (juguetes,
dulces...) o tiempo libre (se le dejará despierto más tiempo...).
Amenazas: Amenazar a sus hijos con promesas que nunca han cumplido
("si no comes te abandonaré", "vendrá el coco...","no
crecerás..."), por lo que suelen tener escasa repercusión.
Comer a la fuerza: cerrarle la nariz al niño, abrirle la boca...
de los padres suele acabar contrarrestada con un vómito del niño o una cuchara
por el aire.
Comer a la carta: algunos padres permiten que sus hijos
"malos comedores" elijan entre un menú de posibilidades, lo que
algunas veces ha desembocado en comer siempre lo mismo.
Comer entre comidas: ya que el niño es poco comedor, se le
permite
"picar" entre comidas (leche. bollos...) con lo que
obviamente no querrá comer después.
En la mayoría de estos casos parece que el comer deja de ser la
satisfacción de un deseo y se convierte en un trabajo forzado.
Manejo inicial
Los objetivos deben ser el conseguir que el niño coma de forma apropiada
para su edad, conseguir un desarrollo adecuado según sus características físicas
y evitar que la alimentación del niño altere la dinámica familiar.
Hay que evaluar todas las circunstancias apuntadas y si
existe, tratar la enfermedad causante de la falta de apetito. En ausencia de
enfermedad hay que explicar a los padres que el hecho de que el niño coma más o
menos, en general tiene poca importancia, y en todo caso vigilar el proceso
para evitar que con el tiempo pueda ser origen de graves disfunciones
familiares y tener repercusión en el desarrollo del niño.
Los adultos tienen que aprender a respetar en el niño las
señales de hambre, cuando únicamente debe ofrecérsele de comer y las señales de
saciedad, cuando no hay que intentar que coma ni a la fuerza ni mediante chantajes
de ningún tipo
Hay que incorporar al niño cuanto antes a la mesa familiar. Puesto
que los niños aprenden en gran medida por imitación, debe haber modelos
adecuados en la familia.
Tolerar la relativa lentitud de los niños comiendo, la falta
de habilidad que hace que se ensucien ellos y su entorno e ir poco a poco
enseñándoles sin regañarles.
Así como en el lactante pequeño hay que respetar la
autodemanda, a medida que crece el niño también tiene que aprender a respetar
los horarios de las comidas.
Hay niños que se niegan a probar alimentos nuevos y esto hay
que consentirlo pero solo hasta cierto punto, para lo que hay que buscar
alternativas en la presentación o en el cocinado o en el orden de oferta de los
alimentos o utilizar trucos que hagan el alimento más apetecible y además ser perseverantes
aunque se fracase inicialmente.
En aquellos niños que tardan mucho y se comportan mal en la
mesa para intentan atraer la atención de los adultos se debe manejar la
situación no prestándoles más atención de lo debido durante la comida,
pcrmitiéndoles solo un tiempo razonable para la misma y recompensando el cambio
positivo con atención inmediata.
Es imprescindible que todos los adultos del entorno se
comporten de manera similar, evitando discrepancias de criterio en presencia
del niño.
Los orexígenos,
"vitaminas" y otros suplementos calóricos o alimentarlos no están
indicados casi nunca, pues pueden desviar la atención del auténtico tratamiento
que es el descrito anteriormente. Si en algún caso se usan sería solo como
terapia de apoyo en niños realmente desnutridos.