Las infecciones son la causa más frecuente de fiebre, pero puede deberse a otras razones (inflamación, insolación...)
La fiebre forma parte de la respuesta fisiológica de nuestro cuerpo en la lucha contra la infección. El cuerpo, de forma natural, libera sustancias que en su lucha contra los microorganismos invasores, provocan calor (que a su vez es otra arma defensiva).
La actitud ante un niño con fiebre, en un principio, debe ser expectante, cuidando su estado general, tenerle bien hidratado (no forzarle a comer) y vestirdo con ropa ligera.
Si esa fiebre es muy alta, no cede en 48h a las medidas básicas o si afecta al estado general del niño, debemos dar un paso más y empezar el tratamiento farmacológico y/o acudir al Pediatra.
El objetivo del tratamiento farmacológico es el alivio del malestar que acompaña a la fiebre, más que la fiebre en sí misma.
No hay evidencias de que la fiebre constituya por sí misma un factor de riesgo para presentar complicaciones (salvo convulsiones febriles), y tampoco de que los fármacos antitérmicos disminuyan el riesgo de presentar convulsiones febriles en los niños predispuestos.
Actualmente, los antitérmicos recomendados en la edad pediátrica son paracetamol e ibuprofeno no habiendo diferencias sustanciales entre ellos en términos de seguridad y eficacia. No obstante, y en mi opinión, es preferible usar el Paracetamol (Acetominofen), reservando el Ibuprofeno para fiebres muy altas (>39º) o para por la noche, después de un mal dia del niño, para intentar que descanse bien.
signos de alarma:
- adormecimiento,
- decaimiento o llamativa irritabilidad;
- rigidez de nuca o dificultad para mover el cuello;
- respiración alterada;
- mala coloración,
- petequias (manchas rojas que no desaparecen a la presion);
- vómitos persistentes;
- convulsión.
(*) Partiendo de la temperatura basal standar considerada a 36,5º. Tener en cuenta que hay niños cuya temperatura basal es inferior, por lo que la fiebre se consideraría a partir de la subida de 1 grado centígrado de su temperatura basal