Problemas de comportamiento 

Rabietas 
Son episodios de llanto, gritos, pataleos, incluso a veces el niño se tira al suelo y se golpea o puede agredir a las personas de su entorno. Estas situaciones aparecen ante frustraciones del niño y suelen ocurrir en momentos en los que el niño está más cansado, tiene hambre o está enfermo. Ponen a prueba a los padres, que no deben autoinculparse ya que, por lo general, se deben al carácter del niño. 
Los padres ante las rabietas: 
• Deberán mantener la calma, sin gritarle ni pegarle, dejándole que se le pase.  
• Ignorarlo. Es decir, no prestarle ninguna atención mientras le dure. Las rabietas son una parte normal del desarrollo del niño. No mirarlo, no escucharlo, no poner cara de enfado, no hacer gestos que el niño pueda interpretar como alguna forma de atención. Ante esta actitud probablemente el niño empeorará la intensidad de la rabieta. 
• Sólo cuando estemos en situaciones comprometidas, en la calle, en casa de unos amigos, etc., no nos quedará más remedio que agarrar al niño y llevárnoslo a otra habitación, pero siempre sin hacerle ningún comentario, razonamiento ó queja. 
 • Nunca hay que intentar parar una rabieta con comentarios ó razonamientos. Sólo servirán para que el niño se sienta más atendido y repita esta actitud más a menudo. 
• Cuando se le acabe la rabieta podemos hablar con el niño. 
• Si el niño se frustra por algo, se realizarán pequeños comentarios positivos como “veo que no te ha salido bien, pero vas a mejorar” o “lo que quieres hacer es realmente difícil, ¿puedo hacer algo por ayudarte?”. Si persiste, lo mejor es ignorarle hasta que se calme ó sentarle en una silla aislado del resto hasta que se le pase (habitualmente es suficiente 1 minuto por año de edad), vigilando que no se haga daño y diciéndole: “veo que estás muy enfadado, te dejaré solo hasta que se te pase”. 
• Elogiarán y recompensarán sus buenas conductas, sobre todo cuando haya logrado dominarse y expresar el enfado con palabras. 
• Nunca deben dejarse chantajear por el niño. Ambos padres mostrarán coherencia. 
Aunque las rabietas forman parte del desarrollo normal, en ocasiones deben descartarse factores desencadenantes: padres muy estrictos, depresión en los padres o violencia familiar que requerirán otro tipo de intervención. 


Los celos 

La llegada de un nuevo hermano no es siempre bien recibida. El hermano mayor siente temor a perder la atención y el cariño de sus padres. 
Es muy común que den pasos atrás en su conducta. Se vuelven a hacer pis cuando ya no lo hacían, empiezan a dejar de comer bien,...

Los padres no pueden evitar los celos, ya que estos dependen de la propia capacidad de tolerancia y comprensión de cada niño. 
Los celos se manejan dando al niño amor, comprensión y seguridad. Regañarle por sus manifestaciones sólo sirve para confirmar sus temores. Debemos buscar tiempo para dedicárselo a él solo, y también estimularle para que ayude en el cuidado del bebé. Si quiere jugar con el pequeño, debe ser supervisado por un adulto para evitar que le haga daño, pero haciéndole el menor número de advertencias posible.
Y tiempo al tiempo. Con paciencia y buen ambiente, todo acaba colocándose en su sitio. En caso de que no ocurra así, consultar con el Pediatra.
Consejos para establecer una buena relación entre los hermanos
_ Ante el nacimiento de un hermano se debe prepararlo hablándole de él, preparando la habitación, eligiendo su nombre… 
Se debe reservar un tiempo de dedicación exclusiva para el hermano mayor y hacer actividades imposibles para el bebé. 
_ Ante las discusiones entre los hermanos es mejor dejarles que discutan entre ellos sin intervenir, de esa manera acaban por entenderse. Evitar los juicios de valor si se intercede. 
Si la discusión es demasiado acalorada, llegando incluso a lo físico lo mejor es separarlos sin dar la razón a ninguno 

Disciplina 
Habitualmente los padres tienden a aplicar las mismas medidas educativas que aplicaron sobre ellos. La base de toda disciplina eficaz es una relación padre-hijo positiva, de apoyo y de amor. 
Los padres deben dedicarles tiempo a sus hijos, prestarles atención, escucharles, alabar sus logros, enseñar con el ejemplo y a la vez mantener autoridad sobre ellos. Lo que está permitido y lo que no, debe quedar bien claro y no cambiar según el humor de los padres. 
Se les debe permitir que cometan errores para que aprendan de ellos. Cuando hagan algo mal hay que enseñarles cómo se debería hacer. 
Los padres no deben mostrar desacuerdo entre ellos para evitar confundir al niño. 
Los niños en general, responden bien a las rutinas y a la explicación de los motivos de la disciplina. Cuando se le regañe hay que hacerlo con afecto, nunca diciendo “ya no te quiero”, sino “te quiero mucho, pero estoy enfadado”. 
En determinadas ocasiones se pueden utilizar los castigos para intentar suprimir una conducta indeseable, pero no hay que abusar de ellos. Se deben evitar las reprimendas verbales hirientes, que atacan el carácter del niño en lugar de ir dirigidas contra la conducta indeseada, y en ningún caso utilizar medidas físicas. 
El castigo es más útil cuando se aplica de forma inmediata tras la conducta a corregir, el niño conoce el motivo por el que es castigado y es proporcionado a la falta cometida, repitiéndose siempre que ocurre ésta. 
Otra posibilidad para corregir una conducta indeseable es la retirada de algún privilegio, pero los resultados tardan tiempo en alcanzarse y requiere paciencia y consistencia en su aplicación.



compartir en facebook compartir en google+ compartir en twitter compartir en pinterest compartir en likedin