Si queremos que nuestros hijos disfruten en el
colegio y se sientan motivados, es imprescindible organizar bien los deberes en
casa. Debemos empezar a crear una actitud positiva hacia las tareas del cole
desde que los niños son muy pequeños.
Alimentación:
El niño
tiene que tener sus 5 comidas básicas del día. El desayuno, bien completado a
media mañana para los que no desayunan apenas, es fundamental para su
desarrollo físico e intelectual, afectando a su concentración, memoria, etc. La
merienda, al salir del cole, les ayudará en el resto de su día, ya sea para
jugar o realizar adecuadamente sus deberes.
Sueño:
El horario de ir a la cama es
fundamental, los niños deben dormir un mínimo 8 horas. Si no, se puede mermar
la atención, motivación, humor, actitud y comportamiento de los hijos.
El lugar de
estudio se tiene que diferenciar de los demás espacios para predisponer
al niño a estudiar y facilitar la concentración. Por lo tanto, debe ser un
lugar sin televisión, sin ordenador, sin música, con luz adecuada, tranquilo y
con mínimas distracciones. Lo ideal sería una mesa con sus cuadernos y bolis y
nada más.
Planificar su tiempo
Desde los 5 años de edad, se puede instaurar un “momento de los deberes”, que vaya
incorporándose en casa de manera paulatina, en el que el niño incorpore como
algo natural el tener un espacio para hacer actividades concretas (ya sea
pintar, leer) que a medida que crezca se irá volviendo más complejo. También se
debe instaurar un horario frente a la
televisión, chat, internet, consola, etc, al igual que la hora del baño, de la
cena…Evitando la rigidez de horarios es bueno acostumbrarles a crear hábitos.
Si les ayudamos a organizarse
bien, verán que hay tiempo para todo.
El objetivo es reforzar el esfuerzo y los
resultados derivados de éste. No tenemos que felicitar solo en
función del resultado.
Básicamente se realizarán mediante la valoración
verbal y la expresión de emociones positivas de los padres, que siempre deben estar presentes.
Hay que intentar medir mucho los regalos materiales o
permisos excesivos, sobre todo hasta que esté bien establecido el hábito de
estudio.
Se pueden acordar “premios”
de fin de año, que se dan sólo si se cumplen los acuerdos. El
premio debe ser realista y no se debe materializar si no se han conseguido
los objetivos. El objetivo es que el niño se lo gane, para que aprenda a
esforzarse, buscar, conjugar y utilizar una motivación
tanto interior como exterior para sus objetivos. Durante el año escolar los
refuerzos y premisos no deben sobrepasar el gran premio final.
Al definir tiempo concreto
frente a la televisión, chat, internet, consola, etc., aplicar
las consecuencias de no respetar dichos acuerdos.
Es importante que los niños ayuden en casa, no pueden
estar exentos por tener que hacer deberes o estudiar. Hay que definir tareas
sencillas que diariamente se deberían hacer, por ejemplo: hacer su cama,
recoger su ropa sucia para la colada, recoger sus libros o sus juguetes.
En cuanto a las actividades extraescolares, pueden ser muy recomendables, pero si
son demasiadas pueden impedirles descansar como lo necesitan. Hay que valorarlo
con cuidado, porque si el niño está todo el día en el cole y luego sigue con
actividades extraescolares, posiblemente llegue a casa con intención de
“olvidarse de todo” o sin fuerzas, y no querer hacer deberes ni estudiar.
Cuidar su autoestima
Un niño seguro y
confiado en sus posibilidades tiene mucho camino andado.
Conviene que nos impliquemos en sus tareas, deberes y estudios, pero
no para hacérselo nosotros, sino para que vean que de verdad nos interesa e
ilusiona lo que hacen.