LA PERSONALIDAD


Podemos considerar tres estratos de la personalidad:

         Temperamento: constitución heredada y esquemas biológicos
         Carácter: temperamento + hábitos aprendidos
         Personalidad: carácter + comportamiento

         La conducta está activada y mantenida por dos sistemas: el motivacional y el sentimental. Los motivos, que proceden de necesidades básicas, son el dinamismo original. Los sentimientos van comentando y puntualizando el modo como esas expectativas se cumplen.

         Las tendencias surgidas de la evaluación emocional sirven para ajustar el comportamiento a las necesidades del sujeto y a las demandas  y constricciones del ambiente. Están al servicio del grado de autonomía del individuo.

Características básicas para un buen carácter

         Autonomía: Confianza en sí mismo. Necesidad del otro sin depender de él (autonomía conseguida de una forma gradual y suave). Combinar el respeto a sí mismo con una apreciación impersonal de la vida.
         Vitalidad: Interés, curiosidad, observación…
         Valor: Saber identificar el peligro con capacidad de controlar (manejar) el miedo. Que no es temerario ni cobarde (tiene miedo). Un ser humano sólo tiene valor cuando tiene la sensación de pertenecer a alguien.
         Sensibilidad: manejo de las emociones
         Inteligencia: aptitud para adquirir conocimientos (no el conjunto de conocimientos que se disponga). No se adquiere, se ejercita. Requiere hábitos de observación, creer en las posibilidades del conocimiento, paciencia, habilidad y amplitud de criterio.

Mentes ordenadas

         La buena educación debería posibilitar que tuviésemos una mente bien ordenada y una conciencia crítica.
         No estamos hablando de los contenidos o de los pensamientos que se tienen, sino de cómo se tienen, cómo se organizan.
         Hablamos de coherencia lógica, de sentido común práctico, así como de saber conectar las cosas entre sí.
         Por ejemplo, el estudio de las matemáticas o de la naturaleza son herramientas al servicio no únicamente de la ciencia en sí, sino de la ordenación del pensamiento.

         No se trata de saber por saber, sino de saber a fin de entrenar un pensamiento ordenado.
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