APRENDIENDO A LEER
Entre los 5 y los 7 años de edad, casi todos los niños
aprenden a leer. Aunque a los adultos esto nos parezca un hecho natural, se
trata de una verdadera proeza que causa una revolución en el cerebro. Aprender a leer consiste en tomar conciencia
de las estructuras de la lengua oral y conectarlas eficazmente con el código
visual de las letras.
Para aprender a leer el cerebro
debe conectar dos sistemas que el niño pre
lector ya tiene desarrollados: el reconocimiento visual y la lengua
hablada.
Al aprender a leer el niño crea unas conexiones neuronales que le
permiten unir las letras que reconoce visualmente con los sonidos de la lengua
hablada que ya posee (y que a su vez le ayudarán a desentrañar los significados
de las palabras). Más adelante, cuando el niño adquiera soltura lectora, podrá
asociar directamente las letras escritas con los significados sin tener que
pasar por el sonido.
Por lo tanto el aprender a leer requiere especializar el sistema visual
para reconocer la forma de las letras y conectarlas con los sonidos de la
lengua hablada que el niño ya conoce.
Y desde que aprendió a hablar, esos sonidos a su vez el niño ya los
tiene conectados con los significados y al cabo de un tiempo estará en
disposición de establecer conexiones neuronales directas entre significados y
letras escritas. De todo ello podemos deducir que el correcto desarrollo del
lenguaje oral es esencial en el aprendizaje de la lectura.
Es más adecuado comenzar enseñando uno a uno los fonemas y las
sílabas que pretender que los niños reconozcan palabras enteras desde el
principio.
El adulto no reconoce la forma global de la palabra entera, sino que
todavía tiene que procesar todas las letras (y sílabas); no obstante, lo hace
tan rápido que la mayor parte de las veces nos da la sensación de que las
procesa a la vez, en paralelo.
Pero los niños que están aprendiendo a leer procesan mucho más lento y
todavía necesitan leer letra a letra, no son capaces de reconocer la palabra
del tirón. Con el tiempo irán leyendo más rápido y automatizando.
Aprender a leer produce una autentica reorganización
del cerebro.
Las confusiones en la dirección de las letras en los niños que están
aprendiendo a leer y escribir no son dislexia sino una manifestación del
“mecanismo de reconocimiento de simetrías” con el que nacemos. Es muy frecuente que al principio los niños escriban las letras al
revés (por ejemplo de derecha a izquierda en vez de izquierda a derecha) o que
al leer letra impresa confundan la b con la d. Muchos padres se preocupan por
ello, barajando incluso la posibilidad de que su hijo tenga dislexia.
En todas las culturas el aprender a leer reside en los mismos
mecanismos cerebrales y genéticos, aunque hay factores culturales y ambientales que
favorecen el proceso.
Como en cualquier proceso de aprendizaje también serán muy importantes
la atención, la concentración, la motivación o la satisfacción alcanzada con la
realización de la actividad. Por eso, al contar cuentos o leer libros con los
bebés desde la más tierna edad, estamos favoreciendo todos estos aspectos que
ayudarán después a nuestro hijo en el aprendizaje de la lectura.
Cuando el niño está empezando a
leer es mejor utilizar la letra cursiva o ligada. Usar la letra cursiva o la
letra impresa cuando los niños están empezando a leer es una duda que los
educadores se han planteado en múltiples ocasiones; usar la letra cursiva o
ligada es mucho mejor para el cerebro, ya que esta tipografía al niño le
recuerda los gestos que hacemos al escribir y eso les ayuda a aprender a leer
mejor y más rápidamente. Ejercicios como dibujar líneas de izquierda a derecha (o en
la dirección en que se escriba en su lengua) o dibujar curvas preparan al
cerebro para comenzar a leer.
Todavía no hay evidencia sobre si hay una edad más favorable que otra
para aprender a leer, es decir, no hay ninguna prueba objetiva de que sea mejor
hacerlo con 4, 5, 6 años… No hay nada malo en que un niño aprenda a leer a edad
temprana, de hecho ya hemos dicho que algunos aprenden espontáneamente, pero a
esas edades la ciencia nos aconseja priorizar el juego, la actividad física, la
experimentación, creatividad, etc.
Como han demostrado las investigaciones con adultos analfabetos, a
cualquier edad se puede aprender a leer, ya que el cerebro mantiene su
plasticidad durante toda la vida. Es cierto que es mucho más plástico cuando
somos niños, pero, afortunadamente, la capacidad de aprender y de modificar
nuestro cerebro la mantenemos de por vida.
Hay estudios que muestran que en
lenguas regulares como el
italiano o el castellano los niños aprenden a leer mucho más rapido (tres
meses) por existir una regular correspondencia entre las letras y los sonidos,
mientras que en lenguas de fonética
irregular como el inglés, los niños necesitaran dos años más para alcanzar
el mismo nivel que los niños que aprenden a leer en italiano o castellano. Por
lo tanto, en una lengua regular como el castellano se puede completar la
enseñanza de la lectura en un año, e incluso en tres meses.