EL DESARROLLO DE LA CONDUCTA
La educación del niño encamina la formación de:
        El YO individual: medidas de higiene encaminadas al cuidado del cuerpo física y mentalmente (alimentación, higiene corporal, contacto con la naturaleza, lectura…)
        El YO social: inherente de la especie humana (reconocimiento,  aceptación del otro e interés por él)
Desde el momento del nacimiento del bebé, los padres comienzan a comunicarse con su hijo y empiezan a establecer hábitos y rutinas (baño, horario de tomas, sueño…) que favorecen la adquisición de conductas por parte del niño.
La educación estará condicionada por el nivel madurativo del niño.
Desarrollo afectivo
    Desde el nacimiento, y sobre todo en el primer año, para que un niño se sienta feliz se requiere que tenga cubiertas sus necesidades fundamentales y, entre ellas, el que se sienta querido.
    Si se le priva de esta afectividad se retienen etapas evolutivas, pues es necesaria para el desarrollo de la inteligencia y la personalidad.
    Los vínculos afectivos fuertes y estables proporcionan al niño protección y apoyo en todo su proceso evolutivo (imprescindibles hasta el final de la adolescencia).
Poner Límites
         A la hora de enseñarles a manejar sus emociones e impulsos no debemos olvidar que el amor incondicional no está reñido con la disciplina.
         Los niños necesitan aprender donde están los límites, para luego adaptarse a los que le ponga la vida.
         El primer límite a enseñar debe ser el respeto a los padres, que es el primer respeto al otro.
         La educación, para ser eficaz, necesita una autoridad visible y ejemplar.
         Aplicar un corto número de reglas y aplicarlas de forma coherente.
         Las reglas nacen para ser prácticas, y por lo tanto deben revisarse y rehacerse constantemente.
ESTILO DE VIDA
         Es la forma peculiar de encajarse él mismo en la vida tal como él la ve.
         La herencia y el entorno son los únicos materiales de construcción que utiliza un individuo para fabricar su estilo de vida.
         Su interpretación de lo que es la vida, de lo que es él, de lo que son los demás y de lo que significan sus relaciones con ellos, queda casi fijada hacia los cuatro o cinco años de edad y conforma la totalidad de sus actitudes en todas las situaciones de la vida. 
         A partir de entonces, las experiencias nuevas son interpretadas sólo desde el punto de vista de su estilo de vida. Sus leyes gobiernan sus emociones, sentimientos, pensamientos y acciones durante el resto de su vida.
         El niño conserva en su conciencia todo lo que demuestra ser no perturbador y compatible. Lo demás es olvidado o disminuido, o persiste como una norma inconsciente más sujeta a la crítica o al entendimiento que las otras percepciones.
SOCIALIZACION
         La medida de la salud mental es la cantidad de interés social que un niño desarrolla e integra en su estilo de vida.
         Por <interés social> se entiende lo que se siente hacia los demás, la cooperación con ellos, y el sentimiento de posesión y participación con los otros en el bien común.
         Todos los problemas principales de la vida -la amistad, el trabajo, el amor y la pareja- exigen un amplio grado de cooperación y de sentimiento social para su realización adecuada.
         Los sentimientos sociales se desarrollan en un niño desde su más tierna infancia a través de las relaciones con la madre en el primer año, y con toda la familia hasta la edad de la adolescencia.

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