Lavado de ojos

Reconozco que es una de las cosas, junto a los lavados nasales, más difíciles de realizar, y no solo en los niños, sino en cualquier persona en general. El reflejo del ojo ante cualquier contacto tiende siempre a cerrarlo como mecanismo de defensa. Abrirle los parpados y sujetarle la mayoría de las veces es un ejercicio de paciencia y energía.

La presencia de secreción ocular (legañas), la posible entrada de cuerpos extraños o los picores en épocas de polinización van a necesitar un lavado del ojos.

Lo ideal es realizar los lavados con suero fisiológico normal (0,9%), o en su defecto agua tibia.

Combiene realizarlo a chorro sobre el ojo afectado, tras mantener abiertos los dos parpados o al menos uno de ellos (más facilmente el inferior).

Limpiar las secreciones con gasa o celulosa limpia, usando una distinta para cada ojo, a fin de no trasladar los posibles gérmenes de un ojo a otro.

 

Obstrucción congenita del conducto lagrimal

Durante el primer año de vida es relativamente frecuente en el bebé la presencia de exceso de lagrimeo en un ojo que puede acabar con la formación de secreciones. Esto se produce por la estrechez temporal del conducto que desagua las lágrimas del ojo al interior de la nariz.

Ante ello, se deben realizar lavados con suero fisiologico, acompañándolos de masajes a nivel del  lagrimal que se encuentra en el canto interno del ojo, como se muestra en la figura. Los masajes se hacen con movimientos suaves circulares y de arriba a abajo. Tras ello se vuelve a limpiar con suero.

Si la madre está dándole el pecho se recomienda echarle en el ojo unas gotitas de su leche.

Si persisten las secrecciones durante días o se extienden al otro ojo acudir al pediatra.

Muy raras veces acaban necesitando ser vistos por el oftalmólogo el cual puede necesitar dilatar el conducto mediante catéter.

También se pueden encontrar en farmacias, toallitas de limpieza ocular.


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