Sordera y cascos musicales

La contaminación acústica es un problema del mundo moderno difícil de solucionar, que afecta muy directamente a niños y adolescentes, especialmente cuando se trata de consumir música a gran volumen, como ocurre actualmente.
El mínimo de los problemas son los locales de diversión, donde el volumen de la música es tal que suele ser imposible establecer una conversación normal. 
La forma más frecuente de consumir música es la audición mediante reproductores individuales; este método se ha generalizado tanto que en algunos medios y en determinadas edades, no hay adolescente que no disponga de algún aparato de estas características. Hay que tener en cuenta que todos los reproductores modernos de las principales marcas comerciales sobrepasan el volumen necesario, aunque algunos de ellos más evolucionados, a partir de un volumen determinado avisan al que lo usa del perjuicio de oír música a partir de ese volumen.
Se ha comprobado que la audición la realizan, frecuentemente, a elevada intensidad y durante un tiempo muy prolongado, lo que puede producir un deterioro auditivo.
Los efectos perjudiciales son variados y pueden acabar en defectos de audición, inicialmente sutiles, con evolución gradual desde la aparición de acúfenos a cuadros severos de hipoacusia neurosensorial inducida por el ruido. Estos problemas, una vez establecidos, pueden ser de difícil solución.
Con el fin de minimizar, en lo posible, las consecuencias de estos efectos, se indican varias recomendaciones:
  • Se aconseja prefijar el volumen del reproductor en casa o en un lugar tranquilo, pero no en la calle.
  • El volumen debe permitir llevar una conversación y escuchar los sonidos ambientales.
  • Se aconseja no exceder del 80% del volumen máximo del reproductor, si se escucha durante 90 minutos seguidos empleando los miniauriculares típicos suministrados con el reproductor (tipo Earbud). Si se escucha a un volumen del 60-70% del máximo, se puede aumentar el tiempo de uso sin riesgo.
  • Se aconseja dejar en reposo los oídos hasta que las molestias desaparezcan, si aparecen zumbidos y sensación de sordera tras la audición.
 Si persiste el problema, y ante la más mínima sospecha de posible pérdida de audición, acudir al especialista.


Tablas tomadas de: Fleta Zaragozano, Jesús. Departamento de Pediatría. Hospital Clínico Universitario. Zaragoza [Bol Pediatr Arag Rioj Sor, 2008; 38: 69-70] http://www.comz.org/Sociedades/spars/boletinspars/REVISTAPEDIATRIA38-3.pdf
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