A partir de ahora empieza a desaparecer la estrategia de
suma de elementos gráficos en la construcción de las imágenes, propias de las
etapas anteriores.
Aparecen las siluetas, los contornos e incluso las sombras.
Las figuras pierden la rigidez y el estatismo.
El cuerpo humano empieza a presentar cierta flexibilidad en
sus actitudes y posturas, mostrando movimiento (coger, correr, chutar,
golpear...).
El plano del espacio se abre a la tercera dimensión. La
profundidad viene establecida por el uso de dos lineas base: una en un primer
término, que se confunde con el borde inferior de la hoja, y otra que determina
el fondo de la escena.
Las proporciones son aún subjetivas, dependiendo de la importancia
que le dé el autor.