La caseína, que representa el 84% de las proteínas lácteas y es muy resistente al calor, es la que está implicada en el mayor número de este tipo de alergias. Los síntomas característicos de la alergia a la leche se manifiestan más en las mucosas de las vías respiratorias y bronquios y dificultan la respiración de la persona, aunque también pueden aparecer síntomas cutáneos (eccema, urticaria) y digestivos (flatulencia o diarrea).
Tratamiento dietético
Una vez establecido el diagnóstico el único tratamiento eficaz es una dieta estricta que no incluya dichas proteínas, ya que pequeñas cantidades, aunque no produzcan síntomas, favorecen la persistencia o el aumento de la sensibilización. El tratamiento dietético, por tanto, consiste en sustituir la leche de vaca y derivados por otros preparados, como fórmulas con proteínas de origen vegetal (batido de soja o de almendras). En ocasiones, los niños toleran bien los preparados hidrolizados de caseína, que constituyen un buen sustituto en la mayoría de los casos.
Las fórmulas parcialmente hidrolizadas nunca deben emplearse en el tratamiento inicial de la alergia a la leche, ya que un porcentaje de sus proteínas puede conservar todo su poder alergénico. Así mismo, la leche de cabra se muestra eficaz como alternativa a la leche de vaca en niños con alergia a las proteínas de leche de vaca.
Los lactantes alérgicos a la leche de vaca deben ser alimentados exclusivamente con lactancia materna y la madre deberá seguir una dieta exenta de leche y derivados, debido al paso alergénico a la leche materna. Por otra parte, hay que tener en cuenta que muchos fabricantes utilizan en el proceso de elaboración de sus productos, ingredientes ya elaborados que pueden contener componentes alergénicos y no aparecen detallados en las etiquetas de los productos finales. Algunos de ellos se detallan a continuación:
No obstante, el pronóstico de la alergia a las proteínas de la leche es favorable y remite la mayor parte de los casos antes de los tres años de evolución, aunque se dan casos en los que la sensibilización persiste toda la vida. En ocasiones esta alergia no es diagnosticada, y favorece alergias en otros alimentos.