Los Precursores del juego
Todos los primeros esfuerzos del niño para el movimiento, de naturaleza experimental, son los precursores de sus primeras actividades en el juego. No hay un impulso consciente tras las acciones del niño tan pequeño. Sus primeros descubrimientos conciernen primeramente a él y forman el preludio de un conocimiento mucho más amplio de las personas y del mundo de su alrededor. Puede, al principio, ignorar por completo los dedos de sus pies pero gradualmente aprende a conocer las posibilidades de jugar con ellos.
Del goce del movimiento por el movimiento en sí, desarrolla el niño un tipo de juego que combina el esfuerzo físico con el esfuerzo mental en una dirección: ver recompensada su acción por una consecuencia.
Pronto el niño experimenta otras sensaciones ligadas con movimientos ya familiares. Descubre que algunos movimientos producen sensaciones agradables, otros en cambio, desagradables, y paulatinamente comienza a adaptarse a su medio ambiente.
Al principio, el juego es consigo mismo, según va descubriendo las partes de su cuerpo.

Los primeros juguetes
Con el tiempo cualquier objeto que se le presente se convertirá en un juguete. Y éste le proporcionará una oportunidad para probar su poder sobre los objetos de su alrededor.
La repetición de sus actos, como tirar objetos al suelo, no son más que una confirmación de sus hechos aprendidos.
En la selección de los primeros juguetes del niño deben prestarse especial atención a ciertos detalles. Deben ser fáciles de coger, por lo que el material ha de ser ligero. Deben ser irrompibles y no inflamables. Todos los colores deben ser estables y sin pintura que pueda ser mordida. Los juguetes deben ser lavables. No es aconsejable el permitir el uso de juguetes blandos, de trapo, al bebe.

El corral de juegos
Muchas madres no saben qué hacer para mantener a su niño divertido cuando este empieza a desplazarse. Naturalmente no podemos estar siempre vigilantes, pero la criatura debe estar a salvo y feliz mientras se realizan los deberes caseros con tranquilidad. Esa seguridad la podemos lograr por medio de un corralito, que le proporciona amplio espacio para sus juegos. Acostumbrarle a la idea desde bien pronto, y no desarrollará el hábito de seguirle en cualquier dirección que usted vaya. Su corralito será su propio pequeño dominio, donde estará tan ocupado con sus juguetes que ignorará toda otra clase de actividad durante un rato.
De esta manera también acostumbramos al niño a pasar ciertas horas del día dependiendo por completo de sus propios recursos. Se le dejara en un sitio seguro, con alrededores tranquilos (bien distante de la televisión y de la radio), donde encuentre abundantes juegos con que divertirse sin interrupción ni inspección por parte de los adultos. De esta manera se acostumbra al niño a no protestar por quedarse solo en caso de necesidad.
En todo caso, a esta edad, unos ocho meses, el niño debe, permanecer en el suelo y rodeado de sus juguetes, tantas veces se pueda, para que comience a desplazarse y coger la fuerza muscular que la columna requerirá para el resto de su vida.

Desarrollo
La curiosidad es un proyecto de la mente en desarrollo. Es un impulso que no depende de estímulos del entorno, sino principalmente de la dinámica del cerebro. La curiosidad es un impulso que sirve para explorar los detalles de cualquier situación, y servirá para lograr alguna forma de control sobre medio ambiente.
El genio creador de un niño se revela frecuentemente por la forma en que adapta sus juguetes a otros usos.
El aprendizaje mediante el juego tiene más de goce que de trabajo, en el que conseguir objetivos aporta un sentimiento de poder. 


Tipos de juguetes
Podemos clasificar los juguetes en tres tipos:
1.      Aquellos proyectados para el movimiento, encargados de estimular el desarrollo muscular del niño.
2.      Los adecuados para el uso constructivo y creador, cuya fase señalan el comienzo de una conquista del niño sobre los materiales que le rodean.
3.      Los que se prestan a la acción dramática, la ficción y el juego imitativo y capacitan al niño para penetrar en el mundo de la fantasía en un intento de comprender las actividades de los que le rodean.
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